sábado, 26 de enero de 2013

Cáp. 1

Iba caminando por allí. Tenía las manos colocadas delante de mi cuerpo, buscando tropezar con algo. Ese sitio estaba muy oscuro. No veía nada. Tampoco había sonido alguno. No escuchaba siquiera mi respiración, ni tampoco mis pasos. No recordaba cómo había llegado ahí. Sólo sabía que estaba totalmente sola y aislada. Llevaba bastante tiempo caminando. Era todo muy denso y frío.
  Yo me sentía totalmente neutral. No sentía nada. Ni cansancio, ni hambre, ni temperaturas altas o bajas, ni siquiera al tocarme a mí misma podía sentir nada más allá que el tacto. Ni acariciándome ni golpeándome sentía ningún placer o dolor. 
  Hubo un momento en el que mis piernas no podían más. Caí al suelo. No me sentía agotada, pero sabía que lo estaba. Así que permanecí ahí, en aquella tierra húmeda, acostada. Había estado demasiado tiempo buscando... algo. Lo que fuese. Ya no sólo ayuda, sino cualquier cosa que no fuese oscuridad.
  Pasaron algunos minutos y yo permanecía quieta. Hasta que de pronto vi aparecer una luz a lo lejos. Poco a poco se iba acercando. Era muy potente, pero no iluminaba nada. Tan sólo era aquella luz quieta, que se hacía cada vez mayor. Me levanté, pensando que quizás fuese alguna ayuda. Cualquier persona con una linterna que estuviese en la misma situación que yo. 
  Aquella luz era tan fuerte, que tuve que colocar el brazo delante de mi rostro, para que no pudiese cegarme. Entonces caí al suelo y por primera vez en X tiempo, conseguí sentir dolor. Mis ojos se cerraron y mis manos permanecieron quietas. Aquella luz me había empujado hasta caer. Mis párpados permanecían totalmente cerrados. No podía abrirlos. Y empecé a llorar por debajo de ellos. Tampoco conseguía moverme. Y a pesar de mantener mi vista ciega, pude ver -o quizás fuese sentir- que la luz seguía ahí, haciéndose aún mayor. 
  De pronto, todo empezó a moverse. Sentí muchísimo mareo. El ambiente daba vueltas alrededor de mi cuerpo rígido, y mi cabeza estaba a punto de explotar. Entonces todo ese movimiento paró en seco. Y pude notar como lo que me rodeaba había cambiado por completo.
  Abrí mis ojos. Me encontré en una sala muy iluminada. Estaba acostada en la camilla, rodeada de médicos que aplaudían y personas diciendo ser mis familiares que lloraban.
  Yo no entendía nada. 
  Hasta que me di cuenta de lo que ocurría.
  Había estado 3 meses caminando en aquel lugar. Hasta que desperté en esa sala. 3 meses en coma por un intento de suicidio. 3 meses en una camilla, conectada a máquinas, sin poder moverme. 3 meses que, tras despertar de ellos, perdí toda la memoria y lo único que recordaba fue aquel frío lugar en el que nunca supe cómo había llegado hasta ahí.

....
(CONTINUARÁ)

No hay comentarios:

Publicar un comentario