jueves, 31 de enero de 2013

La magia de los escritores.

   La gente desaparece cuando muere. La voz, la risa, el calor de su aliento, la carne y finalmente los huesos. Todo recuerdo vivo de ella termina. Es algo terrible y natural al mismo tiempo. Sin embargo, hay individuos que se salvan de esa aniquilación, pues siguen existiendo en los libros que escribieron. Podemos volver a descubrirlos. Su humor, el tono de su voz, su estado de ánimo. A través de la palabra escrita pueden enfadarte o alegrarte. Pueden consolarte, pueden desconcertarte, pueden cambiarte. Y todo eso pese a estar muertos. Como moscas en ámbar, como cadáveres congelados en el hielo, eso que según las leyes de la naturaleza debería desaparecer se conserva por el milagro de la tinta sobre el papel. Es una suerte de magia.

lunes, 28 de enero de 2013

Mi fotografía.






   La esencia de la foto es la equívoca a la que todos piensan. Eso realmente me destruye... Lo que intento transmitir con las fotografías que [me] tomo tienen muchos significados; libres y normalmente alternativos y paralelos los unos de los otros. Pero en esta foto quería transmitir algo CLAVE, algún punto en el que todas las personas que lo viesen captaran de qué trata, que todas las opiniones o, por lo menos, percepciones de ella coincidieran a la perfección, que no hubiese subjetividad ni diferencia alguna.
   Pero claro, si ni YO puedo explicar qué siento cuando miro mi propio rostro en esa fotografía, si tan siquiera yo consigo expresarme en PALABRAS -algo tan simple y llano como son- qué intento transmitir con ella, qué pretendo que la gente perciba al verla, es aún más complicado que los que son exteriores a mí sepan describirlo, y más aún sabiendo que lo que ellos ven en esa foto no es lo mismo que veo yo. -A pesar de ser exactamente la misma fotografía-
   Si la misma creadora no puede, dudo que los espectadores puedan.
   Pero me conformo con que os guste. Y más me conformo aún con que me guste a mí.




sábado, 26 de enero de 2013

-¿Crees que las reglas son necesarias en una sociedad?

   Directamente, sin las reglas no habría sociedad.
   La sociedad es creada por las normas. No hay sociedad sin normas. Y no hay normas si éstas no están sobre una sociedad.
   Por eso estoy en contra de cualquier tipo de sociedad. Ya sea justa o injusta, libre o esclava, rica o pobre.
   Para que una sociedad sea como ''tiene que ser'' - como el mundo quiere que sea- hay que cumplir una serie de reglas. Cada uno tiene sus propias normas y debe aplicarlas sobre sí mismo, no sobre los demás.
   Pero desgraciadamente, a día de hoy, si no perteneces a ningún tipo de sociedad, no puedes vivir.
   Más me gustaría a mí perderme en uno de esos bosques de Huelva y nunca salir de ahí...

Cáp. 1

Iba caminando por allí. Tenía las manos colocadas delante de mi cuerpo, buscando tropezar con algo. Ese sitio estaba muy oscuro. No veía nada. Tampoco había sonido alguno. No escuchaba siquiera mi respiración, ni tampoco mis pasos. No recordaba cómo había llegado ahí. Sólo sabía que estaba totalmente sola y aislada. Llevaba bastante tiempo caminando. Era todo muy denso y frío.
  Yo me sentía totalmente neutral. No sentía nada. Ni cansancio, ni hambre, ni temperaturas altas o bajas, ni siquiera al tocarme a mí misma podía sentir nada más allá que el tacto. Ni acariciándome ni golpeándome sentía ningún placer o dolor. 
  Hubo un momento en el que mis piernas no podían más. Caí al suelo. No me sentía agotada, pero sabía que lo estaba. Así que permanecí ahí, en aquella tierra húmeda, acostada. Había estado demasiado tiempo buscando... algo. Lo que fuese. Ya no sólo ayuda, sino cualquier cosa que no fuese oscuridad.
  Pasaron algunos minutos y yo permanecía quieta. Hasta que de pronto vi aparecer una luz a lo lejos. Poco a poco se iba acercando. Era muy potente, pero no iluminaba nada. Tan sólo era aquella luz quieta, que se hacía cada vez mayor. Me levanté, pensando que quizás fuese alguna ayuda. Cualquier persona con una linterna que estuviese en la misma situación que yo. 
  Aquella luz era tan fuerte, que tuve que colocar el brazo delante de mi rostro, para que no pudiese cegarme. Entonces caí al suelo y por primera vez en X tiempo, conseguí sentir dolor. Mis ojos se cerraron y mis manos permanecieron quietas. Aquella luz me había empujado hasta caer. Mis párpados permanecían totalmente cerrados. No podía abrirlos. Y empecé a llorar por debajo de ellos. Tampoco conseguía moverme. Y a pesar de mantener mi vista ciega, pude ver -o quizás fuese sentir- que la luz seguía ahí, haciéndose aún mayor. 
  De pronto, todo empezó a moverse. Sentí muchísimo mareo. El ambiente daba vueltas alrededor de mi cuerpo rígido, y mi cabeza estaba a punto de explotar. Entonces todo ese movimiento paró en seco. Y pude notar como lo que me rodeaba había cambiado por completo.
  Abrí mis ojos. Me encontré en una sala muy iluminada. Estaba acostada en la camilla, rodeada de médicos que aplaudían y personas diciendo ser mis familiares que lloraban.
  Yo no entendía nada. 
  Hasta que me di cuenta de lo que ocurría.
  Había estado 3 meses caminando en aquel lugar. Hasta que desperté en esa sala. 3 meses en coma por un intento de suicidio. 3 meses en una camilla, conectada a máquinas, sin poder moverme. 3 meses que, tras despertar de ellos, perdí toda la memoria y lo único que recordaba fue aquel frío lugar en el que nunca supe cómo había llegado hasta ahí.

....
(CONTINUARÁ)

jueves, 24 de enero de 2013

El Dragón.



  No hay mayor belleza que aquella que admiramos no por su estética, sino por lo que representa.
   Un alma poderosa una fuerza caótica, una armadura indestructible, una rapidez extrema, una agilidad escalofriante y una belleza incomparable.
   La criatura más imposible y perfecta que pueda existir.
   Una bestia insuperable e inalcanzable.

   

domingo, 20 de enero de 2013

Melissa

   Mi ''sexto sentido'' -como se le suele decir- me aclaraba con total seguridad que había algo entre ella y yo. No sé qué era, mi sexto sentido no me lo quería decir, pero a juzgar por mis sentimientos, yo prefería que fuese algo más que una simple amistad. Ya que, ¿qué chica normal querría besar a su amiga?
   Porque yo quería. Quería rodear su cintura con mis brazos, quería acercarme a ella y notar su aliento, quería acostarme en su pecho y aferrarme a él; pero lo que más quería con toda mi alma, era besarla. Y que ella no se apartara de mí. Que me dijese lo mucho que me amaba, y yo poder decirle lo mucho que esperaba a ese momento, junto a ella, y junto a sus labios, aquellos labios rosados y finos que moría por probar. 
   También me gustaba pensar que algún día la vería frente a mí, rozando mis mejillas con sus suaves manos, mirándome fijamente sin apartar la vista a cualquier otro lugar que no fuese mi rostro, observándome con esos ojos marrones claros que embellecían su mirada...
   Sí, aquella mirada, la mirada que me hipnotizaba y, desgraciadamente, me enamoraba.


03.

jueves, 17 de enero de 2013

FINIS MUNDI - LAURA GALLEGO


''Somos esponsables por todo lo que sucede en este mundo. Con la fuerza de nuestro Amor, de nuestra voluntad, podemos cambiar nuestro destino y el de mucha gente.''
Paulo Coehlo, As Valquírias

martes, 8 de enero de 2013

El dulce sabor de la venganza.





   Me acercaba a ella lentamente. Procuraba que mis movimientos se escuchasen lo menos posible. Ella no se daba cuenta de que yo estaba detrás, observándola desde hacía casi quince minutos, y moviéndome cada vez más, con el objetivo de llegar y matarla.

   Hacía tanto tiempo que llevaba deseándolo... Desde que su familia se mudó a nuestro colorido pueblo, no hizo más que intentar destrozar mi vida. Y así era. La había destrozado. Pero no por completo.
   Mis padres se llevaban genial con sus padres. Casi todos los días iban a tomarse un té con ellos, y me obligaban a acompañarles. <<Vamos, Less, así te relacionas un poco con la hija de los Lekker>>, me decía. Sí, ya. Como si yo quisiera ''relacionarme'' con ella. Estaba pirada. Loca de la cabeza. Yo sentía un odio repugnante hacia ella y ella lo sentía hacia mí. Su mirada de mosquita muerta lo decía todo. Tan sólo quería dar pena y echarme la culpa de todas sus mierdas. Quería parecer la víctima. Pero ahora no haría falta que lo pareciese. Porque lo era. Era mi nueva víctima.
   La verdad, hace ya casi dos décadas de eso. Pero ella estuvo amargándome durante ocho largos años. Yo sólo tenía diez cuando la conocí. Afortunadamente, a los dieciocho me tuve que marchar a la universidad de Oxford si quería estudiar para mi futuro. Pero ahora, veinte años después de haberla conocido, he regresado. Me ha llevado unos cuantos meses averiguar datos sobre ella. Desde lo más simple hasta lo más complicado. Con sólo una pequeña información me bastaba: La dirección de su casa, y el horario en el que estaría sola. Ella no trabajaba, se alimentaba del pobre salario de su marido. Él trabajaba desde las doce hasta las ocho. Sus dos hijos iban a las clases particulares desde siete a ocho y media. Es decir, entre las siete y ocho ella estaría en su casa sola -a no ser que estuviese acompañada de amigos, o, como bien se rumoreaba por ahí, algún amante-, pero las posibilidades eran escasas. Últimamente ella había repelado a todo aquel o aquella que se acercara. -Normal, ¿quién no querría alejarse de ella?- 
   Con saber esas simples cosas, no hice más que volver a mi pueblo, donde ella seguía viviendo, y acercarme a matarla.

   Me había colado en su casa más o menos hacía veinte minutos. Salté por la ventana, que la tenía afortunadamente abierta, y me escondí detrás del sofá donde estaba colocada una taza de café en una pequeña mesita y una manta arrugada. Ella estaba en otro lado de la casa, posiblemente el baño o la cocina, pero no se mantuvo allí mucho tiempo. 
   Mientras se oían sus pasos desde el pasillo, mi corazón cada vez latía más y más fuerte. Obviamente, no era la primera vez que mataba a alguien, ya que siempre fui una persona con muchas ideas asesinas en mi cabeza -y a pesar de esas ideas y de los actos que había cometido, no consideraba que yo fuese una asesina ni que lo que estuviese haciendo fuese algo malo, ya que muchas personas que maté merecían morir, como, por ejemplo, Kristen Lekker, la mujer la cuál yo estaba dispuesta a matar-, pero, extrañamente, con el caso de esta odiosa mujer, era todo muy diferente. Hacía ya bastantes años dejé de ponerme terriblemente nerviosa al estar a punto de matar a mis víctimas, ya que había sido pan comido; pero algo había con ella que me tensaba de una manera horrible. Siempre quise matarla, y como era obvio, no me iba a arrepentir ahora. No tenía ni un solo pensamiento de dejarla ir. Estaba totalmente convencida de que la quería matar. Entonces, ¿por qué me temblaban tanto las manos? ¿Por qué mi vista era borrosa y difícil? 
   Le resté importancia. Una vez que Kristen se sentó en el sofá, alcé la vista y, sin quererlo, una pequeña sonrisa maliciosa iluminaba mi mirada.



   Levanté mi arma y me dispuse a clavársela. Pero no quería ser muy brusca. Esta vez prefería acercar el cuchillo a su cuello y susurrarle al oído. Lo que sea. Lo que me saliese. Lo primero que se me pasase por la cabeza. Así sería todo mucho más bonito. Soltarle lo que sentía en ese momento, lo que pensaba, y luego ver su cara de terror para finalmente poder matarla.

   Eso hice. Acerqué el cuchillo a su cuello, rozándole la piel, y ella gritó. Me acerqué lentamente y le solté un pequeño suspiro al oído. <<El dulce sabor de la venganza>>, fue lo único que le dije. Para ver su rostro, me alejé y se giró. Al ver mi cara, pudo identificarme rápidamente. <<¿Less..?>> Mi nombre fueron sus últimas palabras. Luego pronunció un pequeño grito ahogado, que apenas contenía fuerza alguna, y se levantó para salir corriendo. Antes de que pudiese hacerlo, me acerqué y le rajé el cuello, haciéndole así, una herida profunda y sangrienta. Luego decidí acuchillarle por todo el cuerpo, para que cayera tendida al suelo. Y así fue. Sin apenas haber pasado diez minutos, ella yacía en el piso completamente muerta. Me acerqué a su cadáver para poder destriparla y comerme todo o casi todo que había en su interior. <<El sabor de su sangre y sus tripas es compensado con los veinte años de angustia que llevaba en mi interior y que ahora pudo ser liberada>>, pensé. Empecé a reírme a carcajadas descontroladamente, aún con el cuchillo en la mano y sus corazón masticado en pequeños trozos en mi paladar. Mis risas eran tan ruidosas que se oía el eco desde el fondo del pasillo. El propio eco de mis carcajadas me asustó, pero no frenó mi felicidad.

   (...)

   Desde aquel suceso, han pasado ya unos cuantos meses. Escribo esto desde la cárcel. Os relataré lo que me ha pasado desde aquí, redactándolo con un lápiz sin apenas mina y unos cuantos trozos de papel higiénico.
   La policía entró en la casa después de que el marido de Kristen hiciese una llamada. Sus dos hijos se quedaron en casa de su abuela paterna, viendo una peli y siendo inconscientes de que su madre había sido asesinada y devorada.
   Pasaban las semanas y el FBI investigaba el caso. No dudaron ni un segundo en sospechar de la persona menos sospechosa -una muy buena táctica, por cierto- así que fueron conscientes de que hacía unos meses una persona -yo- había estado analizando los documentos de Kristen. Era un dato del que no me percaté. Aunque no me preocupé mucho de mi fallo tonto, ya que nunca fui silenciosa en mis asesinatos, y ya había estado un tiempo en la cárcel. Me daba igual estarlo otro tiempo más.
   Al cabo de poco, descubrieron mi identidad y pudieron demostrar que fui yo la asesina. A la hora de entrar al juicio, no hicieron falta muchas palabras por parte de nadie. Confesé de manera fría. Inmediatamente la gente notó que yo no sentía piedad alguna por aquella mujer. Sus familiares y amigos no tenían ni idea de quién era yo ni la situación que mantuve con ella desde que era una cría, así que no podían comprender el rencor que había acumulado con el paso de los años. ¿Qué me importaba a mí que ella tuviese una vida poco rica, un marido que era un hombre genial y unos dos hijos preciosos? Yo sólo quería matarla a ella, y no porque su estúpida familia me fuese a dar pena, iba a dejar de hacerlo. Además, su marido y sus hijos se forrarían bastante. Tengo entendido que se guardaba más de quinientas mil libras en el banco. Qué calladito se lo tenía, la muy zorra. Mejor para mí haberla matado, y mejor aún para su familia. Nadie tiene que aguantar a una escoria como esa.

   Bueno, creo que es hora de despedirme. Se me acaba la mina del lápiz y no me gustaría dejar una historia a medio escribir. Tan sólo os quiero decir que cuidéis vuestras espaldas, porque el dulce sabor de la venganza es realmente irresistible y placentero, y nadie se arrepentirá de probarlo con vosotros. Buenas noches.





 

                           Attenya Kerstin Amane.




viernes, 4 de enero de 2013

La búsqueda del amor.


(...)
   <<Ellas dicen que todos los hombres están comprometidos o son gays, y ellos dicen que todas las mujeres son unas interesadas o fáciles... Pero ambos están equivocados: encontrar pareja depende de uno mismo, no de los demás.
   ''Con el paso de los años las personas se hacen más exigentes, eso es algo normal. El problema viene cuando se salen de la realidad y están esperando a que llegue alguien que no existe.'' (Yo en pocas palabras).
   Se postró ante el maestro y le preguntó:
  -¿Por qué no tengo pareja por más que la busco?
   El maestro le respondió:
  -Una cosa es buscar y otra distinta desear encontrar. ¿Es posible que al mismo tiempo que estás buscando, inconscientemente quieras quedarte como estás? Si es así, te harás trampas a ti mismo, y buscarás en aquellos lugares, o entre las personas, donde nada puedas encontrar.>>