lunes, 10 de junio de 2013

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   Escribo en papel arrugado y amarillento, cubierto de polvo y tinta seca de pluma, unas letras que se clavan en mi mente provocando un éxtasis eufórico, pues dichas palabras conmueven mi ser y mueven mi corazón, al formar parte de mis deseos por verte, por besarte, por acariciarte, por amarte. Cosquilleos dominan mi pecho intensamente, cual colegiala enamorada, y me enredan en una apasionante fantasía junto a tus manos, tu sonrisa y tus ojos, ardientes, felices.
   Fue tu mirada cómplice de mi locura, fueron tus caricias culpables de mi dulce condena, fue el cálido abrazo de amor el que me hizo entrar en un bosque perdido de sentimientos, puros, y reales.

   Estas poéticas letras que escribo, ya casi sin tinta, pues el poder de mi pluma se desgasta y consume, no tienen punto y final, acaban en puntos suspensivos que narran la historia de cómo dos dulces chicas se enamoraron y vivieron su juventud abrazadas en la hierba del amanecer.











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