domingo, 4 de mayo de 2014

Un domingo primero de mayo.





¿Sabes, mami? Yo nunca he creído en "los días de". Quiero decir, no debería hacerte todo esto un primer domingo de mayo cada año, porque madre has sido durante más de veinte años, no sólo un día de trescientos sesenta y cinco. Odio comprarte cosas en días como este, porque al final quienes salen ganando son siempre las empresas, no tú. Considero que tiene más valor una manualidad hecha por mí en la cual he empleado mi tiempo que un collar de veinte euros. Porque el tiempo es oro, no billetes. Y el amor no tiene siquiera precio.
Uff, la verdad es que cuando pienso en el tiempo que has empleado en mí, que son quince añazos, se me cae el pelo. (Quizás el motivo de esta caída también sea la cantidad de tinte que me echo, pero no viene al caso). Soportas mis contestaciones y mis rebeldías, mis pintas, mi humor incomprensible. ¡Y el dinero que te habrás gastado en mí! Que si ropa, comida, caprichos... ¡TINTES! Para al final acabar alopécica perdida, o con gasoil en el cabello. 
Pero creo que al final lo que mereces que te recuerde es el cariño que has empleado en mí. Me has educado estupendamente, pues me llaman egocéntrica si digo ser una persona de mente abierta, cuando fuiste tú quien me hizo así. Te agradezco a ti todos y cada uno de mis premios literarios, pues me enseñaste a leer, a perseguir mi sueño como escritora y a seguir luchando por ello. Me animaste en cada relato, cada poesía. Te sincerabas si algo no te gustaba, y es algo que pocas personas hacen.
Me diste chocolate cuando tenía la "m(o/e)nstruación". Eso tiene valor para mí, de veras.
Te agradezco mucho que respetes mi condición sexual, pues pocos padres hay que lo hagan de esa manera. También te doy las gracias por dejarme vestir como visto, escuchar lo que escucho y creer en lo que creo. Porque aunque muchas veces te llame rencorosa, en realidad eres tú la que me enseñó el significado de la palabra "tolerancia".
Y no sé qué más decirte que no sepas ya. Que eres una madre genial, que te doy las gracias por quererme y aceptarme como lo haces y por preocuparte por mí. Que tanto Bentejuí como yo estamos realmetente agradecidos contigo. Te debemos algo más que la vida. Te debemos el tiempo y el amor, que es irremplazable.
Fuiste tú quien me enseñó a ser Attenya, y sin ti Attenya no sería Attenya, sino Anacleta.
No, es broma. Ahora en serio.
Gracias mamá, te quiero.









No hay comentarios:

Publicar un comentario