sábado, 4 de mayo de 2013

Llantos bañados en cal




   Heridas de acero y hierro, manos desnudas de dedos suaves, agudas melodías románticas en un bello paisaje bañado en niebla y verde pálido.
   Un alma oxidada toca el piano, maravillosa la sonata Moonlight, saliendo del sabor más dulce y a la vez triste...
 
   ¡Esperaba de vos alguna otra mirada! -gritaba y lloraba, tocaba y suspiraba...- Feliz el día en el que pude abrazaros...

   Y lo tomaba a cuento, no lo hubiera creído bajo juramento, pero sus llantos demostraban la impotencia, la tristeza, la rabia y la desesperación que representaba su rostro casi mentiroso, pero deseoso de unas manos cálidas que lo aguardasen.
   En el fondo, sabía que la culpa era suya, pero aquel orgullo y aquel poco amor propio se anteponía ante ella, y su falsa indiferencia teñía el odio y el rencor... Odio y rencor que sentía hacia su persona.

   ¡Las letras de Cervantes no me evaden! ¡Las músicas de Beethoven ya no me transmiten nada...! Muérome consumida de un loco pensamiento, causado entre cartas de desamor y traiciones envenenadas...
  

  ¿No sientes morir? -le preguntaron un día.
   Sólo siento el dolor, culpable aquel nombre de éste, por no saber mis sentimientos, por olvidarse del color de mis ojos, por desnudar mi cuerpo, hacerlo suyo y luego traicionarlo y abandonarlo...



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